La historia de hoy es algo truculenta, e incluso puede dañar sensibilidades, pero es así como nos lo cuenta el gran Ovidio en sus metamorphosis.
Érase una vez un rey llamado Tereo, y que conste desde el inicio, era un rey terrible, hijo de un dios terrible, Ares. Tereo era rey de Tracia. Ayudó al rey Pandión de Atenas en una guerra de sucesión y, a cambio, se quedó con su hija Procne. Fue un buen negocio.
Tereo trataba mal a Procne y cuando ésta tuvo un hijo de él, Itis, no lo quiso.
Procne echaba de menos a su hermana Filomela, a la que quería mucho, y esa añoranza le hizo empezar a languidecer. Había sido una mujer muy bella, pero ahora se estaba volviendo dura y cada vez más fea. Hasta el punto en que Tereo le dijo que la mataría si se volvía más fea. Y ésta le dijo que si volviera a ver a su hermana Filomela sería bella de nuevo, y volvería a ser útil para este, si necesidad de que la matara.
Tereo era un hombre arisco y terrible, un hombre realmente malo y, aunque no fuera suficientemente inteligente, tampoco era lo suficientemente tonto como para no saber que su mujer nunca volvería con él si la dejaba marchar. Y éste le dijo a Procne que tenía cosas que hacer en aquella región donde vivía su hermana, así que le prometió traerle a Filomela hasta el reino de Tracia para que se quedara unas semanas, y de esa manera esperaba que se pusiera mejor. Procne esperó con alegría la visita de su hermana.
El maleducado de Tereo fue a ver al rey Pandión de Atenas e hizo algunos negocios poco claros con él, pero cuando vió a Filomela ardió en deseos de poseerla. Le solicitó a Pandión que le dejara llevarla con él para que su esposa pudiera mejorar a su lado. Y el rey de Atenas no puso objeción alguna.
Tereo se llevo a Filomela, pero a medio camino, en un bosque, cambió de dirección, arrastro a Filomela hacia una torre abandonada y la violó; y para que no pudiera gritar le cortó la lengua. A continuación la encerró en la torre y dispuso que un sirviente mudo hiciera de guardián y le diera de comer y de beber. Luego se fue a su casa, donde Procne esperaba ansiosamente la llegada de su hermana; pero vio que Tereo llegaba solo.
Éste le contó, que Filomela en el bosque se había obstinado en ponerse a recoger flores y un animal salvaje la había matado.
Procne estaba profundamente afectada y se puso a llorar porque creía que había perdido lo único que realmente amaba.
Su hermana Filomela esta encerrada en aquella lúgubre torre en el bosque, no podía gritar, no podía llamar a nadie porque ya no tenía lengua, no podía hablar. Así que descosió su vestido y volvió a tejerlo de nuevo hasta elaborar un largo velo. Tejió toda su historia dentro de ese velo, escrita en una clave que sólo su hermana podía descifrar. Filomela dio el velo al siervo mudo que le daba de comer, y le ordenó mediante gestos llevarlo a la mujer de Tereo. El siervo así lo hizo.
Cuando Procne vio el velo lo descubrió todo y leyó toda la triste historia, la terrible historia de su hermana.
Era la época en que las Bacantes celebraban su festividad en honor a Dionisio. Procne se vistió como ellas y por la noche se fue a escondidas al bosque de la torre y liberó a su hermana.
Procne y Filomela se abrazaron y juraron vengarse. Para ello regresaron a la fiesta y Procne sacó a su pequeño Itis de la cama. No amaba a ese hijo porque era hijo de Tereo.
Juntas, Procne y Filomela le cortaron la garganta y lo descuartizaron. Asaron la carne y prepararon una comida que sirvieron a Tereo. Una vez hubo terminado de comer, Filomela, la muda, le lanzó la cabeza de su hijo. Presa de la ira y dominado por el dolor, Tereo persiguió a las dos mujeres, y cuando estaba a punto de apresarlas, ellas se transformaron: Procne en un ruiseñor y Filomela, que no tenía lengua y no podía cantar, en una golondrina.
Como ruiseñor y golondrina, las hermanas desaparecieron en el aire.
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