Etimológicamente el término epigrama se usa para referirse a las composiciones destinadas a ser grabadas en piedra. Así pues los primeros epigramas fueron composiciones breves pensadas para su inscripción con carácter votivo o funerario. Este tipo de epigrama arcaico está perfectamente documentado en Roma, pudiendo adscribirse a este tipo de poesía los primitivos "elogia", composiciones laudatorias en honor de difuntos, todavía en versos saturnios.
El epigrama literario, difundido extraordinariamente en época helenística, tiene su origen en estas inscripciones y de ellas toman gran parte de las características del género: brevedad, concisión, ingenio y vivacidad expresiva. El epigrama literario, concebido para ser leído o recitado, extiende su temática y pasa a expresar la más variada gama de sentimientos; encontramos epigramas eróticos, satíricos, costumbristas, festivos y, por supuesto, fúnebres.
La historia del epigrama latino puede retrotaerse también a las inscripciones funerarias, escritas en el antiguo metro saturnio. Uno de los padres de la literature romana, Ennio, también cultivo el género.
Poco se sabe del epigrama literario arcaico y la mayoría de las noticias de los gramáticos antiguos al respecto son confuses; conservamos un verso de Pompilio, un epigrama satirico del igualmente desconocido Papinio, transmitido por Varón, y alguno que otro más de dudosa autoría.
En Roma los primeros epigramas literarios datan de finales del siglo II a. C. y, siguiendo la moda alejandrina, describen en dísticos elegíacos sentimientos amorosos. En la segunda mitad del siglo I a. C. encontramos dentro de la variada obra de C. Valerio Catulo, que fue patrono del epigramista griego Antípatro de Sidón, una importante serie de epigramas en los que narra los vaivenes de su relación con Lesbia así como puyas y críticas a competidores y enemigos. También conservamos tres epigramas sepulcrales atribuidos a Plauto, Nevio y Pacuvio. Igualmente en la Appendix Virgiliana, obra al gusto neotérico y que se piensa que fue escrita por Virgilio en su juventud, figuran una serie de epigramas recogidos con el nombre de Catalepton.
El epigrama se convertirá en un entretenimiento de los hombres cultos, que lo cultivarán en todas las épocas, por ejemplo sabemos que ocasionalmente escribieron epigramas César, Cicerón, Octavio Augusto, Ovidio, Manilio, Séneca, Lucano, Petronio y Plinio el Joven.
Sin embargo el epigrama como forma literario alcanzó su configuración definitiva con Marco Valerio Marcial; él es el único escritor que adopta el epigrama como forma exclusiva para expresar sus ideas y sentimientos, dando a esta composición el carácter que actualmente tiene.
A continuación os dejo unos cuantos epigramas de Marco Valerio Marcial para que os deleitéis con la exquisitez de su sátira. Os recuerdo que ya existe una entrada con otros epigramas del mismo autor.
"Aunque tienes las estanterías llenas de libros,
¿por qué, Sosibiano, no publicas nada?
"Mis herederos publicarán", respondes, "mis poemas".
¿Cuándo? Ya es hora, Sosibiano, de que se te lea."
Libro 4, 33.
"Quieres que te folle, pero no quieres, Sofeya, bañarte conmigo.
No sé que es, pero algo muy horrible me sospecho:
o fláccidos senos cuelgan de tu pecho
o temes mostrar desnuda las arrugas de tu vientre
o tu sexo se abre desgarrado por una descomunal raja
o algo sobresale de los labios de tu coño.
Mas no es nada de eso, estoy seguro: desnuda eres bellísima.
Si eso es verdad, tienes un defecto peor: eres una sosaina."
Libro 3, 45.
"Te perdono que goces prolongando la noche con demasiadas copas de vino: tienes, Gauro, el vicio de Catón. Por escribir versos que no tienen nada que ver con las Musas y con Apolo, debes ser alabado: tienes el defecto de Cicerón. Porque vomitas, el de Antonio, porque te entregas a los placeres de la mesa, el de Apicio. Porque las chupas, dime, ¿de quién tienes el vicio? "
Libro 2, 89.
"Siempre que te levantas de la silla –lo he advertido ya muchas veces- tus miserables túnicas, Lesbia, te dan por el culo. Cuando intentas sacarlas tirando con la derecha, cuando intentas con la izquierda, las arrancas con lágrimas y gemidos: de tal manera son apelmazadas por la Simplégada de tu gran culo y penetran en tus nalgas enormes y oscuras. ¿Quieres corregir ese defecto horrible? Te diré cómo: Lesbia, te propongo que ni te levantes, ni te sientes."
Libro 11, 99.
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